La mentira de cada «fin».

El pasado 21 de agosto puse punto y final a mi sexta novela, conocida en las redes sociales como Proyecto Preso.

Sólo que esto es mentira.

Escribí el bonito «FIN» en mayúsculas, lo seguí con un punto, me dejé caer sobre la silla, respiré hondo y me quedé mirando la pantalla con el corazón inquieto, porque no había terminado nada. Absolutamente nada.

La Bea de trece años sí que hubiera cerrado el documento con una sonrisa, lo hubiera guardado en su carpeta de «Completos» llena de orgullo y se hubiera puesto manos a la obra con su próximo proyecto.

Esa Bea todavía no sabía lo que suponía corregir una novela, en negrita y en cursiva para que dé todavía más miedo. Y más ilusión, también. La corrección es una tarea muy agridulce; hay días en las que la emoción te desborda y días en los que crees que vale más la pena hacer un hueco en la basura.

Escribo esta entrada para mí, para ser sincera. Para volver dentro de unos meses, leerme, y darme una palmadita en el hombro. «Tranquila, Bea, mereció la pena. Haz un último esfuerzo. Quedará precioso. Vales mucho, de verdad, mucho. Nada de esto es un error».

Ojalá me diga eso. Mejor, ojalá me lo crea.

Estoy en ese punto de la corrección en el que te das cuenta de que los fallos van mucho más allá que una simple coma mal colocada. Ves los cambios de estructura que necesita, los personajes que no se han desarrollado, las tramas que han quedado sueltas, las incoherencias… Y el mundo se te cae encima, porque ese halo que se crea alrededor de la palabra «FIN» se desvanece en cuanto empiezas a contar los errores en la novela.

No debería ser así. No debería estar hablándome así. No debería machacarme por el hecho de que el primer borrador de la novela tenga fallos. Es humano, es normal, los primeros borradores están para eso: para soltar una historia caótica sobre el papel, y luego pulirla hasta que la sientas tuya. No es tu deber acertar a la primera. No decepcionas a nadie equivocándote; al contrario, lo raro sería que nunca te equivocaras. ¿Y todos esos libros con los que te comparas? Seguramente tuvieron un primer borrador tan caótico y desastroso como el tuyo. La diferencia es que creyeron en la historia que querían contar, y la reescribieron las veces que hizo falta.

Ahora te toca creer en la tuya.

No sientas vergüenza; no es tan horrible como crees. No sientas miedo, nadie te va a juzgar, nadie que merezca la pena. No te contentes con aquel «fin», no creas que merece estar escondida en un cajón. Tu valor como escritora no lo marca un borrador: vales porque sigues escribiendo, porque no te rindes, porque luchas, porque te esfuerzas.

Dentro de unos meses agradecerás no haber abandonado.

Y escribo esto para recordármelo.

Esta entrada tiene 3 comentarios

  1. Andrea Molina Rodrigo

    Todos aquellos que de alguna forma estamos a tu lado, y los que de verdad están ahí día a día, sabe(n)/mos que podrás hacerlo. Que más da si es dentro de tres meses o de año y medio. Tómate tu tiempo, porque es tú novela, de nadie más.
    A por todas Bea 🙂

    1. Beatriz Esteban

      Gracias, Andrea, de corazón <3

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