(Esta podría ser haber sido yo si hubiera nacido rubia)
Querida Bea del pasado:
Empiezo esta carta deseando que pudieras leerla. Ojalá la leyeras y me creyeras, o no; ojalá la vieras y me miraras con cara de «estás bromeando, ¿verdad?». Ojalá sintieras el orgullo que yo siento por esa niña que nunca se rindió, que nunca se cansó de contarle cuentos a sus padres, a sus primos, a su hermana pequeña. Que antes de saber escribir o leer ya se los inventaba.
Ojalá poder decirle a esa niña que no deje de soñar, que siga escribiendo poesía de dos líneas, que siga alegrándose cada vez que sus cuentos llegan a la tercera hoja.
Quiero poder decirle a la que perdió aquel concurso que no todo está perdido. Que ha sido muy valiente por intentarlo. Que a través de palabras ha hecho llorar, y reír, y cambiar. Sólo tiene 14 años y se siente insuficiente. Pero sigue. Sigue.
Y gracias a que siguió, gracias a la adolescente que vino y volcó todas sus inseguridades, todos sus miedos, todas sus guerras en diarios que nadie vería; gracias a ella puedo escribir esto.
Te vas a poder llamar a ti misma «escritora», Bea, aunque llevas siéndolo desde el primer día que cogiste un lápiz. Llevas siéndolo desde que decidiste que había historias que no podías guardarte dentro. Desde que te diste cuenta que había algo dentro de ti que te susurraba que necesitabas seguir escribiendo. A pesar de los fallos, de las caídas, de las épocas malas; a pesar de las inseguridades y los miedos. A pesar de la ansiedad, de los «no soy suficientemente buena», de todas las palabras que borraste, de todas las horas mirando una página en blanco, de las lágrimas, de los puños cerrados y las noches dándole vueltas a una historia que todavía no lo era.
A pesar de todo, seguías sintiendo a los personajes como si fueran tus hijos, seguías queriendo conocerles más, seguías viendo historias detrás de cada persona y buscando metáforas en el día a día. Llenaste libretas, buscaste respuestas. Seguiste porque tenías la sensación de que sobre el papel tus miedos no eran tan grandes. Que la tinta borraba la ansiedad. Que escribir te hacía sacar todo lo que ni siquiera sabías que llevabas dentro.
Aún puedo verte paseando de librería en librería, con los ojos brillante y los dedos acariciando el lomo de los libros. En tu cabeza se repite siempre la misma frase: «Algún día».
Algún día todas las ruinas que dejé atrás servirán para reconstruir a alguien. Algún día mis palabras harán eco. Algún día llegarán a los corazones de gente que no conozco, y, sin saberlo, tendrán la oportunidad de ver un trocito de la persona en la que me he convertido.
En la que te has convertido.
Tienes razones para sentirte orgullosa; no te rendiste. Ni siquiera cuando tu pasión dolía, porque en el fondo sabías que también sanaba. Escribiste. Escribiste a pesar de todo, escribiste a ciegas, escribiste para ti, escribiste por ti. Escribiste porque era lo que te hacía sentir viva.
Y gracias a ello puedo decirte: hoy es ese día con el que tanto soñabas.
Bea, lo conseguimos.
Nada más que añadir.
Gracias a ti por no rendirte, muchas felicidades ❤️.
Pero qué entrada tan preciosa, lo tienes tan merecido. <333
Gracias, Lara ❤️