Ana Iris, de TELVA

Hay un fragmento de Seré frágil en el que la protagonista, Sara, enumera sus inseguridades. La respuesta del amigo al que se la hace es otra enumeración: la de las veces en que no se ve a sí misma. “No te viste en aquel campamento, hace un verano, cuando te quedaste dormida sobre la hierba. Recuerdo que parecías en paz (…) Tampoco te ves cuando te veo leer un libro, y tus ojos se mueven rápidos y a veces se te escapa una pequeña sonrisa (…) No te ves cuando no llegas a la estantería más alta y empiezas a ponerte de puntillas, estirando los dedos como si fueras a tocar el cielo…” Y, muy probablemente lo que hace especial a Seré frágil esté encerrado en este monólogo: la capacidad de su joven autora de hacer que muchas chicas se vean a sí mismas, más allá del espejo y como, papel y mucho esfuerzo mediante, ha conseguido verse ella.