Hay un fragmento de Seré frágil en el que la protagonista, Sara, enumera sus inseguridades. La respuesta del amigo al que se la hace es otra enumeración: la de las veces en que no se ve a sí misma. “No te viste en aquel campamento, hace un verano, cuando te quedaste dormida sobre la hierba. Recuerdo que parecías en paz (…) Tampoco te ves cuando te veo leer un libro, y tus ojos se mueven rápidos y a veces se te escapa una pequeña sonrisa (…) No te ves cuando no llegas a la estantería más alta y empiezas a ponerte de puntillas, estirando los dedos como si fueras a tocar el cielo…” Y, muy probablemente lo que hace especial a Seré frágil esté encerrado en este monólogo: la capacidad de su joven autora de hacer que muchas chicas se vean a sí mismas, más allá del espejo y como, papel y mucho esfuerzo mediante, ha conseguido verse ella.