La Aldea
«En la Aldea todavía no sabían si el bosque intentaba encerrarlos o protegerlos. Habían hecho falta muchos años —más de diecisiete y trescientos sesenta y dos días— para que aquella muralla natural aislara el pueblo del resto del Reino, donde se seguían escuchando las leyendas que nacieron allí como si solo tuvieran dos días de vida».
«Pero las leyendas, como los niños, también crecen y patalean y cambian, hasta que empiezan a contar mentiras que todo el mundo toma como ciertas».




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